La única lucha que ahora tengo entre mis manos
es la dignidad.
Es mantener la dignidad como un puño cerrado
es pedir cada mañana
que el día te complazca
que te oiga, que te escuché
y de todo lo que le das
que te devuelva algo
y le das y le apoyas y le animas,
y poco a poco lo levantas del suelo
y lo empujas cariñosamente hacia lo que antes fue,
y le explicas que aquél mundo
ya no es el nuestro,
el nuestro es una lucha del día a día,
y no es tener siempre la razón de tu parte
y porque eso, simplemente es imposible,
pero que como antes hacíamos
hay que indignarse igualmente
y esto que está pasando ahora
y delante de todo el mundo
no es la sociedad que queríamos
y por la que luchamos y cada uno a su manera
el odio está creciendo como una ola gigante
el insulto faltón es el pan de cada día
el chiste de taberna o de cuartel está más de moda que nunca
las formas de entenderse se han perdido entre tanto insulto
ahora domina lo grosero, la falta de respeto,
y por supuesto, la falta de empatía.















