ROJO SANGRE


 Hoy he ido a devolver unos muestrarios de pinturas, de pinturas de brocha gorda, pues últimamente es mi principal trabajo y es debido a que estoy pintando mi casa. La puñetera casa, que es más grande que el palacio de Versalles. Consta de tres plantas y sótano y el sótano contiene un gran billar inglés, un snocker, que por cierto es jodido de jugar, ya que tiene unas bolas pequeñísimas y ya no hablamos de sus bocas, que parecen culos de pichón comprimidos. A lo que iba, quería pintar una pared de la sala y viendo el muestrario me dí cuenta que no tengo ni puta idea, pues me salieron tres colores bastante distintos: el rojo, el azul y el verde. Con lo cual ya me queda un tiempo para comerme más el tarro. Me preguntó la vendedora, que cual de los tres colores como médico, que al parecer soy, me daba más paz y me salió instantáneo: por supuesto el rojo Sangreee... era el que me producía más paz. Si me lo hubiera preguntado como persona, no sé cual le diría, pero se arriesgó a pedírmelo como médico. 

Y es que a mí me va la sangre, me encanta la sangre, eso no significa que me encante ver a gente desangrándose, ni que esté espachurrada o reventada, eso si que no,  bueno para ser sincero, un poquito si que me gusta. Pero es verdad que después paso unos días en los que tengo pesadillas, además que por el día, me siento como muy raro, raro de raro, raro, raro y raro. No señor, no me gustan esas animaladas tan grotescas y de tan mal gusto, pero es verdad que me gusta el color de la sangre y por mucho que digan los pintores, no hay en el mercado un color rojo parecido al color rojo de la sangre, bueno parecido sí, pero sólo parecido. Pues esos rojos que intentan imitar el rojo sanguíneo, les faltan los glóbulos rojos, esos pequeños glóbulos que rezuman vida y eso se nota, pues en la sangre sobre todo y por encima de todo, lo que hay es vida. 

Y el olor de la sangre, pues no sé si sabéis que la sangre huele y como huele y su olor es indefinido, es simplemente olor a sangre. Hay algo como amargo o agrio en el olor de sangre, pero tiene muchos más componentes olorificos que yo no sé definir con palabras. El olor a sangre sólo penetra en tu pituitaria, cuando alguien sangra a borbotones y en cantidades abismales. Quizá lo que más se parezca a ese olor, es el sabor de la sangre, por lo menos a mi me lo recuerda, cuando sangro por las narices o cuando chupo una herida, ahí me viene un regustillo parecido al que me produce al oler la sangre.
Pero a lo que iba, a mi de la sangre lo que más me entusiasma es su color, su color alegre y titiritero y que rezuma vida por sus cuatro puntos cardinales y no me extraña que los vampiros al ver la sangre les entre esa especie de "siroco" que los pone todo locos. Yo en cambio de chuparla (digo la sangre que no otra cosa), por mi juramento hipocrático me tengo que joder y es mi obligación tener que parar la hemorragia. !Maldito juramento!. Siempre pensé que cuando llegara a ser rico, cosa que ya veo difícil, en mi jardín yo quería tener una fuente, una fuente de la que manara sangre viva a borbotones. Un color digamos que para mí el más parecido al rojo sanguíneo, es el color rojo del vino. Del vino fresco, del vino antes de ser fermentado, pues aparte de su color rojo parecido, el vino antes de fermentar tiene altas dosis de energía, que no es vida pero como si lo fuera y eso de que no es vida habría que demostrarlo. Ese rojo del vino tinto, es rojo pasión, es sangre de la uva y también emite un olor muy característico, un olor de nuevo indefinido, que sólo huele a eso, a rojo del vino.
La sangre, ¡que gran vínculo!, el vínculo de la sangre. La sangre nos une y nos desune, por ella se pierden vidas y por ella también te condenan, te maltratan o asesinan. Lazos de sangre, hermanos de sangre, cuantas referencias a la sangre y como ellas determinan el ser o no ser de una misma familia. Hay infinitas referencias a la sangre y como determinan los lazos familiares. Pero no sólo eso, hay algunos colgados que determinaron que por un factor hereditario que hay en la sangre humana se podía saber a que raza pertenecías. Lo intentó demostrar Hitler y otros patrioteros de poca monta, que aún hoy en día hay repartidos y por desgracia, por el mundo. Son los peligrosos populistas que incluyen en sus discursos, la superioridad de su raza. Claro que si se sintieran inferiores, no lo reivindicarían.
A tanto llega la sangre, que a veces llega hasta al río, y algunos la usan para definir su alto abolengo, como la nobleza o realeza. Recurren a la sangre para diferenciarse y entonces, hablan de que ellos tienen sangre azul. Que color más feo para la sangre, que color tan poco apasionado para tanta vida que lleva en sus venas. El azul es ideal para el cielo, para el mar y para unas cuantas cosas más, pero no para darle el color a la sangre, eso sí que no. Aunque quién sabe, pues de tanta consanguinidad, al final el rojo se hace azul alicaído y medio muerto. 
Y como se definen las pequeñas y grandes escaramuzas, ya sea por una guerra, o por un conflicto cualquiera, entonces se habla de si corrió o no corrió la sangre. Si corrió la sangre, !que poesia maquiavélica!, pues corrió y que bonito era, como diría el otro. Y la otra expresión de "corrieron ríos de sangre", ésta aún es más bella poéticamente hablando. Las rosas rojas, por lo menos algunas, presentan un color rojo similar al de la sangre y digo similar, que no igual. Esa textura de una rosa roja y aderezada con unas gotas de rocío, a veces recuerda al rojo sangre, pero lo malo es que sólo le dura un día, pues al día siguiente ya esa rosa ha perdido frescor y vida, y por tanto, ya no es un rojo tan pasional y vital.

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