ESCONDITES

Una de tantas Calas Menorquinas
Hoy no estoy por profundizar en las cosas, hoy estoy por arañarlas en su superficialidad. Hoy me quedo con las apariencias y lo hago por mi absoluta comodidad. O sea, hoy estoy flojo de pensamientos y sería un día propicio para engañarme como a un bobo que a veces, soy. Hoy me podrían hacer el timo de la estampita o el de venderme la torre Eiffiel por un euro, pero tengo una ventaja al respecto, que no tengo ni un puto duro en el bolsillo, ni en bolsillo, ni en el banco, ni debajo de la almohada o del colchón.
Yo no tengo escondites para joyas o para la pasta gansa, por la simple razón que no tengo ni una cosa, ni la otra, pero ahora recuerdo que los tenían unas tías mías. Murió mi última tía paterna y menos mal que decidimos reformar algo la casa, pues detrás de un gran armario sito que había en un cuarto de baño, encontramos una caja de madera escondida dentro de un doble fondo. No había mucha pasta (el realidad, no había nada), ni había joyas, pero sí había recuerdos que habían desaparecido a través del tiempo. Como si quisiera llevarse con ella todos los recuerdos al otro lado, como si allí tuviera tiempo de sobra para poder recordar.
Cosa que yo no sé y espero no saber, por lo menos hasta que estire la pata definitivamente. A no ser, que uno se reencarne en el mismo tío que fuí, pero espero que no, que no sea así y porque mira que sería aburrido el asunto, el reencarnarte en el mismo tío que en su día, fuí y después para cagarla exactamente igual que en la anterior vida. No, prefiero vivr de nuevo y con otro cuerpo y con un alma que sería más grande que mi cuerpo.



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