
Tengo la vida dentro de un pañuelo,
lo miro y sé que está lleno de mocos,
el pañuelo y mi vida, los dos son un todo...
...pañuelo de tela usaba mi padre,
también mis tíos y muchos otros,
yo nunca entendía como después de sonarse
se metían en el bolsillo el pañuelo lleno de mocos
y así estaba establecido y era norma social,
y claro,
cuando tenías una herida que sangraba,
cosa bastante habitual en un niño peleón y rebelde,
mi padre se metía la mano en su bolsillo
y extraía su pañuelo
y con todo el cariño del mundo me decía:
toma y límpiate,
pero yo desconfiaba
y antes de cogerlo lo revisaba minuciosamente,
si por algún lado estaba mojado, mal asunto,
si estaba encogido y arrugado,
el pronóstico también era de horrible a pésimo,
es decir, o estaba limpio de verdad
y pasaba la prueba del poligrafo,
o yo prefería dejarme desangrar...
hay cosas y escrúpulos que resultan ser inexplicables,
mira que de aquellas éramos niños sucios y guarros al cuadrado,
y en cambio a mi me preocupaba más que nada y por encima de todo
el tema del pañuelo y los mocos...
más tarde vinieron los pañuelos de papel
que serían tirados
después de un acto de servicio
y entonces cambió la cosa y cambió el mundo...
se dejaron de ver niños mocosos
y con una vela o dos velas colgando de su nariz,
porque resulta que el pañuelo de tela
lo llevaban los tíos adultos
y a los niños no nos quedaba otro remedio,
que sorber los mocos
y al querer sorberlos aquello era tan denso que era un sube y baja,
el moco ascendía con el sorbo
y en cuanto dejabas de sorber, volvía a bajar,
era un moco ascensor...
nosotros o mismo yo,
fuimos niños mocosos,
nos encantaba hurgar con el dedo
y hasta casi tocar el cerebro,
después, mirábamos el moco arrancado de la cueva,
y entonces hacíamos una bolita con él,
y cuando se iba solidificando a base de amasarlo como una miga de pan,
le dábamos con un dedo
y como si fuera un lanzamiento de canica hacia el infinito
y así era lanzado al espacio de tu alrededor
y si a alguien le caía encima,
¡mala suerte!
no sé, sería algo que ha traído el viento...
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