FIN DE AÑO

 Fin de año, que no fin de siglo, ni de època, ni de vida por otra que en principio podía ser más interesante. Simplemente pasamos de un año para otro y por el medio quedan las 12 campanadas que marcan el punto de salida y de entrada. Yo era mucho de fin de año, de pasarlo muy bien, de emborracharme como un piojo, de celebrarlo a destajo y en plan agónico y desfasado y como si se me fuera la vida en ello. Pero la vida pasa y uno va cambiando con el tiempo. Es lógico yo ya no estoy para noches largas y frías y además me aburren y de sobremanera, las conversaciones en medio de un ruído de fondo atronante (música le llaman algunos) y entre vahos alcohólicos. Alcohol y ruído, era un fórmula mágica de otros tiempos, ahora prefiero la quietud del silencio, la música clara y suave y sin que se te rompan los tímpanos y las cuerdas vocales. Me siento viejo pero no resentido con la vida. Agradezco lo que he vivido y como en su mayoría lo he vivido, pero que nadie me busque las cosquillas con todo lo que más molesta. Y lo más curiso del caso es que beber y en abundancia, me gusta mucho. Y la música me encanta, pero los grandes ruídos y dada mi edad, aturullan mi confuso cerebro. Bien, la cena, las uvas y las campanadas, unos brindis por lo que sea y poco más. Me llamarán aburrido y muermo, pero lo que tengo muy claro es que lo que me divierte ahora no me divertía antes y al revés también vale.

Ahora me divierte una buena peli, una conversación agradable, una música tierna y suave, el enternecedor calor de una chimenea. El alcohol aún puede que me divierta a veces, pero ahora soy muy exigente con éste tema y si las conversaciones van por temas desagradables, estúpidos, aburridos, pues a éstas alturas de la película prefiero emborracharme sólo. Pero ahora pocas veces lo hago o muy pocas y porque odio el tema de la resaca. Ahora me preocupa el día siguiente, en como estaré al día siguiente y si ha merecido la pena semejante castigo. Antes y de joven, me ponía ciego con todo lo que me caía en mis manos de viciosillo. Ya sabéis de que va el tema problema, unos nacen viciosos y otros en cambio, parecen hijos de controladores en tierra. De las cosas del querer mejor no hablamos en un fin de año y porque un fin de año eufórico y alcohólico, te puede hacer confundir amor con amistad o amistad con necesidad de cariño o sexo. Una noche loca como la de fin de año no deja de ser loca pero hay que tener en cuenta que al día siguiente pagarás sus consecuencias.

No me siento conservador en éste aspecto y por tanto que ahora me sienta más aplacado y blandito. Simplemente me siento diferente y lo que antes me volvía medio loco y excitaba al máximo mi cuerpo y mi mente, pues en cambio ahora mi tema preferido, habla de asuntos sobres el alma humana. Ahora que han pasado en mi vida casi 7 décadas, pienso que cuando era joven y buen chaval, lo mejor que podría haber hecho era dedicarle a las noches de fin de año, más cariño amable y sincero y no tanta borrachera banal y superflua. Y todo esto no quiere decir, pero como no hemos nacidos sabidos y aprendidos, habrá que pensar que todo esto entra dentro de un plan de aprendizaje.


















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