Lo más frágil que hay en mí
es mi propia apariencia,
parezco fuerte por fuera,
duro, fuerte y sonriente
y sonriente porque me gusta sonreír más que llorar
y que me perdonen los que piensen que he habitado en ellos
y porque a veces,
hasta he sido parásito en un ser ajeno
me amoldaba al hueco que me dejaba
y al principio no hacía ruido, ni apenas me movía,
y me mimetizaba a su forma de ser y de estar
hasta que pasado un tiempo
empezaba a hablar y opinar
y poco a poco iba comiendo su terreno
y hasta que un día esa persona
tenía más de mí que de ella
ella hablaba
pero yo era el que movía los hilos que movían su lengua y sus labios
ella pensaba
pero su cerebro estaba invadido por mis ideas
ella soñaba
y su sueño siempre empezaba y acababa en mí
ella decía que me quería
y porque yo antes, se lo decía
y ella un día me dejó
y porque ese mismo día
se dio cuenta que había sido invadida
por una fuerza extraña.

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