HIDRA Y LEONARD COHEN

 Hay una isla en el mundo donde la única preocupación de sus 2000 habitantes es levantar la bosta de las mulas para no arruinarles la postal a los turistas. Pero para muchos viajeros que desembarcan acá como niños que esperan la magia, la única preocupación será encontrar la puertita gris donde el poeta Leonard Cohen vivió un idilio bohemio y escribió sus mejores canciones.

¿En serio querés ir a Hidra, con todas las islas famosas que hay en Grecia?, pregunta Ulises, un argentino que hace 42 años vive en Atenas y se dedica a llevar y traer pasajeros por las más de 6000 islas desparramadas como cuentas de un collar de perlas por el Egeo, el Jónico y el Adriático

No será fácil llegar hasta esa puerta de madera gris en esta isla donde están prohibidos los autos, las motos y hasta las bicis. Las cuestas se suben a pie o en mula. Decidimos caminar como si camináramos por encima de la realidad, arrastrados por nuestra propia curiosidad.

Solo mulas. Isla de Hidra.

Un arriero nos dará las primeras instrucciones, un poco en inglés y otro poco con el lenguaje universal de las señas: desde el puerto, tomen la calle a la derecha de la torre del reloj. Luego giren a la izquierda y enseguida a la derecha otra vez. Sigan recto hasta llegar a una taberna. Vuelvan a tomar la derecha por un callejón de adoquines.

Nos perdemos en un laberinto de casitas blanca. Tenemos hambre de sol, de mar, de olores de verano. Queremos sacar de adentro el gusano de la imaginación, que excava, espera, busca. Desde arriba, Hidra parece un anfiteatro que mira al puerto.


Solo mula

Encontramos por fin la puerta que fuimos a buscar. Está abrazada a las flores rojas de una Santa Rita. Hay un llamador -una gran aldaba de mano, con una estrella de David debajo- con un cartel escrito a mano que dice: “Please, be QUIET. Private home”. Nos enteramos que la casa sigue siendo de la familia Cohen, ahora habitada por un hijo.


Abrazada a una Santa Rita. La casa donde vivió Leonard Cohen durante 10 años.Abrazada a una Santa Rita. La casa donde vivió Leonard Cohen durante 10 años.

Los isleños no hacen culto sobre los años que el poeta canadiense vivió de este lado del paraíso. Llegó en 1960 como un escritor desconocido y se fue diez años después como un músico de leyenda. Solo los fanáticos iremos a reencontrarnos con sus canciones en cada pájaro suspendido en un cable luz. Queremos escuchar otra vez “Bir On The Wire” y dejarnos deslizar por la pendiente de su voz de cueva: Como un ave en el alambre / como un borracho en un coro de medianoche / he intentado en mi camino ser libre.

Y “So Long Marianne”, quizá la canción más tierna jamás escrita sobre una ruptura amorosa.


Cohen murió en 2016. Foto: ReutersCohen murió en 2016. Foto: Reuters

A Cohen no le gustaban las canciones con ideas, con slogans. Prefería transmitir su experiencia sin moralejas, a pura pasión, como la de muchos que llegamos hasta acá luego de un viaje en ferry de casi dos horas desde Atenas. Porque para el poeta la vida no es más que un sueño, donde todos somos viajeros que flotamos por el río del tiempo, que embarcamos en cierto punto y desembarcamos en otro para dejar lugar a quienes esperan, río abajo, subir a bordo.


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