EL 90% DE LAS COSAS

Quizá lo que tengo que hacer, es ir a un curso de buenos modales y el como se deben decir las cosas. Quizá no me quede otra, quizá tendré que decir sí cuando es no o decir yo te comprendo y cuando en realidad no lo comprendes en nada, pues así funcionamos y así son los buenos modales en éstos tiempos. Estamos en épocas de tener que escuchar al enemigo y además, de ser comprensivo con él y oír sus putas razones y el porqué de sus opiniones y dicen que eso ayuda a que el ser humano no sea tan radical. Estamos en épocas de apariencias, de hacer que escuchas, de poner cara de interesante ante el discurso del enemigo y total, para conseguir que te reconcilies con él. Sí, estamos en épocas post electorales de casi todo, de elegir diputados, de elegir amigos y enemigos, de escoger pareja o grupo y sobre todo, de saber perdonar lo imperdonable.

Y aquél enemigo que no era ni pactable, de repente se va a convertir en un posible aliado. Y eso mismo pasa con las personas, pues ahora está de moda el saber escuchar a tu peor enemigo, ahora hay que conciliar, ahora hay que mostrarse amable y buena persona. Claro que lo de buena persona es un concepto demasiado cambiante y eres buena persona porque eres medio lelo o porque eres humano. Pero ¿quién define lo de ser buena persona?, ¿quién da ese título? y en base ¿a qué lo da?. Acaso y me temo que es así, lo dan los teóricos del bien social, lo dan esos señores que parten de aceptar los criterios más deleznables de ésta sociedad.

Sí, hoy me encuentro irritado con el mundo. Hoy me encuentro en más minoría que nunca, hoy me encuentro sólo, pero también me encuentro orgulloso de estar sólo y porque prefiero la pureza del pensamiento, que las triquiñuelas de los entendimientos. Como decía la canción: son malos tiempos para la lírica, pues hoy en día solo valen los cuentos realistas en los que tú me vendes algo y yo te entrego parte de mis sueños. Ya se sabe, el pragmatismo hace estragos y cada idea pragmática es nueva idea utópica pisoteada, pero bueno, vivimos en un mundo en que el proceso del pensamiento está mutilado y lo está por la necesidad de tener que ver que las cosas, son reales y se olvidan que lo irreal es como el agua del cuerpo y por tanto,  es el 90% de las cosas.

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