DOLOR DE ALMA

El caso es no despistarse, el caso es seguir con el objetivo claro y como si fuera una puta meta. El caso es seguir de pie y sin que te tiemblen las manos y si hay dudas, bienvenidas sean, pues las dudas sirven para fortalecer más las ideas. Las dudas son cojonudas y son como despertadores cuando te vas durmiendo en ésta vida, pues el hábito hace al monje y si te acostumbras a una forma de ser y de estar, te acabas durmiendo sobre los placeres cotidianos. Comes, bebes, cagas y duermes y los días pasan como si nada y mientras afuera sigue la vida y la vida, te pide actos, te pide nuevas ideas, te exige que alces y por encima de todo, tus pensamientos, es decir, te pide que participes con ella, que aportes ideas, que esclarezcas, que te mojes, que dudes y que nades entre interrogantes.

Podíamos hasta decir, que las dudas son el motor de la vida y que sin dudas no hay vida. Claro que una cosa es dudar y otra muy distinta, es que te pases el día dudando y sin tomar decisiones y porque eso significaría, que te vas convirtiendo en un pelele que se mece al compás del viento. Las decisiones tienen su propio momento y éste no tiene que ser instantáneo, pues hay que conceder cierto tiempo a las dudas, pero todos sabemos que si en éste aspecto te pasas dos pueblos, después ya no hay retorno y vuelta atrás, pues una decisión retrasada es como decir que te quiero cuando ya la has dejado o cuando ella te ha dejado. El te quiero tuvo su momento propicio y después ya es tarde para te quieros y demás pamplinas.

Por tanto el tomar decisiones tiene un trecho y por lo dicho anteriormente, no debe ser demasiado largo. Y el largo de ese trecho todo dios sabe cual es, pues cada uno sabe perfectamente cuando está retrasando una decisión, cuando te haces el remolón y el cómodo y cuando te vendes como persona, pues a cambio de la paz del momento, te estás vendiendo como persona, además, del daño que produces a la otra persona. Y es que siempre hará menos daño decir a las personas las cosas crudamente y esa es una ley humana, una ley que se aprende a través de los tiempos y que se transmite a través de los genes, pues en esa lucha, el instinto siempre te dice que lo digas o que lo hagas y que no escuches a esa voz externa, que habla de aplazamientos y de que será mejor que se lo digas mañana. Yo tengo muy claro que las veces que me dejé llevar o aconsejar por esa voz exterior, metí la pata hasta las trancas y después, no hay arrepentimiento que valga, después no hay más que dolor de alma.

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JULIO CORTÁZAR