Éramos de esos grupos que se comían el mundo
y parte del universo
y en cualquier dimensión posible
y así fue hasta hasta que nos dijeron:
y ahí y sin más,
empezaron los celos y las envidias
y poco a poco nos fuímos haciendo propietarios
cada uno tenía su propio terreno
y tus lindes llegan hasta aquí
y los míos, hasta allí
y me has robado un metro de mi terreno
y el sentido de aquella nueva lucha cambió todo por completo,
ahora defendíamos nuestras propias parcelas,
ahora las acotábamos con alambres de espino
y cada parcela tendría su bandera patriótica,
y aquél amor que decíamos que era universal y sin límites
pasó a ser un amor egocéntrico.
Ahora dejamos de ser aquél viejo grupo,
y somos de otro grupo que sólo
cultiva su propio cultivo.

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