A esto hay quien le llama calidad de vida o sea a la tranquilidad que se mama y se respira en ésta Isla. Y yo estoy de acuerdo, pero solo lo estoy en parte. Esto puede ser calidad de vida, pero solo lo es en pequeñas dosis, a más largo plazo esa calidad se torna en aburrimiento y al final te cagas en que no haya semáforos y atascos y metros y trenes y contaminación acústica y atmosférica. Es como estar en una Isla desierta y aunque estés con un tía en pelotas, pues pasan los meses y ye estás hasta los huevos de la tía y la tía de tí y ya no soportas ni la arena, ni el mar, ni el cocotero que te da cobijo y sombra.
Ese es un ejemplo de lo que puede pasar en una Isla pequeña, que tienes calidad de vida, pero solo la tienes durante un tiempo. Aunque tampoco es tan difícil de resolver, pues si tienes algo de pelas, difícil en los tiempos que corren, te vas de vez en cuando y asunto arreglado. Claro que eso mismo me podía argumentar el que vive en una gran ciudad, que tiene que salir de vez en cuando. La diferencia está más que clara, pues yo mientras vivo durante un relativo tiempo en ésta Isla, vivo con calidad de vida, mientras que el que vive en una metrópoli se está cagando todo el día.
Por tanto, concluyo, que no puedo quejarme. Y puede y solo puede que me esté mal acostumbrando o enviciando o es que quizá ya no sepa sacarle el jugo que tiene ésta Isla y debo pasear más, buscar las calas más bonitas y reconciliarme con sus aguas transparentes. Porque el problema de fondo que yo tengo, es que dado el tipo de vida que llevo y en que estoy más tiempo sentado aquí y delante de éste pequeño ordenador, que disfrutando de sus paisajes, creo que da igual que esté en ésta Isla que en Madrid y en medio de un atasco. O sea que es hora de levantar el culo y de ponerme a disfrutar de éste tiempo tan primaveral. Y seguro que mi perspectiva vital cambia, eso seguro, pero también cambiará si de vez en cuando me escapo.
Ese es un ejemplo de lo que puede pasar en una Isla pequeña, que tienes calidad de vida, pero solo la tienes durante un tiempo. Aunque tampoco es tan difícil de resolver, pues si tienes algo de pelas, difícil en los tiempos que corren, te vas de vez en cuando y asunto arreglado. Claro que eso mismo me podía argumentar el que vive en una gran ciudad, que tiene que salir de vez en cuando. La diferencia está más que clara, pues yo mientras vivo durante un relativo tiempo en ésta Isla, vivo con calidad de vida, mientras que el que vive en una metrópoli se está cagando todo el día.Por tanto, concluyo, que no puedo quejarme. Y puede y solo puede que me esté mal acostumbrando o enviciando o es que quizá ya no sepa sacarle el jugo que tiene ésta Isla y debo pasear más, buscar las calas más bonitas y reconciliarme con sus aguas transparentes. Porque el problema de fondo que yo tengo, es que dado el tipo de vida que llevo y en que estoy más tiempo sentado aquí y delante de éste pequeño ordenador, que disfrutando de sus paisajes, creo que da igual que esté en ésta Isla que en Madrid y en medio de un atasco. O sea que es hora de levantar el culo y de ponerme a disfrutar de éste tiempo tan primaveral. Y seguro que mi perspectiva vital cambia, eso seguro, pero también cambiará si de vez en cuando me escapo.
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