Agosto el mes más difícil para mí y para mis carnes y para mis huesos y para mi cerebro que se queda todo seco. Yo creo que si hubiera nacido en el mes de agosto, nunca lo hubiera celebrado, no me siento lo suficientemente fuerte y asentado como plantarme de esa manera tan clara y tan evidente ante ese mes que a veces, prefiero ni nombar y porque para mí es un mes que tiene yuyu y por solo tener la osadía de llamarlo por su nombreme puede pasar de todo y por ejemplo, al salir de casa me cae una teja en la cabeza y desde mi propio tejado y me hace una herida de mil pares de cojones y me tendré que ir a urgencias y como estamos en pleno mes de agosto, mi coco será cosido por un médico recién llegado y que de coser sabe muy poco. De agosto solo puedo recordar dos cosas, el excesivo calor que hace, el cumpleaños de mi hijo pequeño (12 de agosto) y la nostalgia que me produce recordar más los largos agostos de mi infancia, agostos más frescos, más suaves, más tiernos y cariñosos que ahora y el que no crea en el cambio climático, es que en realidad es gilipollas o es que se ha muerto y el sigue pensando que está vivo y entonces tendría el honor de pertenecer a esa especie tan rara y extraña a la que llaman los muertos vivientes o zombis que se comen todo lo humano.
Y porque a esta especie o subespecie, el calor no les afecta tanto, apenas sudan, ni se preocupan por sus hijos y sus estudios o por su trabajo o por lo que le pasa a su familia y sólo quieren comer carne humana y a grandes bocados y después sentarse a chupar los dedos y con un palillo quitarse esos restos que siempre quedan entre los dientes. Toda su energía está a disposición de esa especie de canibalismo inhumano. Las gusta que la carne humana esté calentita y fresca. Al parecer no les gusta cocinar y tener que prepararse su comida, ni les divierte nada y solo viven y parece que lo único que de verdad les divierte es su obsesión de comerse a un ser humano. Ellos no comen otros seres vivos, ni se zampan una vaca, ni un cerdo, ni un puto cordero. Aparte yo nunca los he visto cagar, ni mear, ni toser, ni por supuesto reír o llorar o simplemente hablar entre ellos e intercambiar sus pareceres. Y no hablemos de hacer el amor o de follar y porque ellos y de alguna manera que aún está por descubrir, todo este tema del sexo lo tienen cubierto o ya lo dieron por superado.
Al parecer sólo mantienen intactos, el oído, el olfato y su visión y por eso van oliendo como si fueran perros salidos buscando una perra para parearse o oyen si tu hablas o te tropiezas y porque se mosquean y mucho con el ruído y por último, ellos te siguen y te persiguen y lo hacen del que puede ver como corre tu cuerpo. Ellos solo están poseíods por e ansi de comerte vivo y al parecer si no les metes un tiro que reviente su cabeza, ellos convervan el poder de morir y resucitar al segundo y de nuevo se reincorporan a su lucha, Y no curran fuera de casa, ni trabajan haciendo labores domésticas y no se van a jugar al fútbol, ni al baloncesto, ni al tenis, ni al balonmano. El único deporte que practican es que hacen con su mandíbula de canibal y aunque la mayoría tambalean su cuerpo y como si se hubieran puesto un chute de fentanilo, hay una pequeña minoría que corren tras las huellas de cualquier ser humano que quiere salvar su pellejo. Y no se drogan con nada, ni beben como cosacos, ni esnifan coca y ni se dan besos en la boca. En fin, que debe ser muy aburrida la vida de un zombi o de un muerto viviente.

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