Y yo era carne de barrio
éramos unos chavales jugando a la ruleta rusa
y lo hacíamos a modo de broma
y porque la pistola era de madera de pino.
Había unas gallinas sueltas buscando lombrices
un gato que se escapaba nada más vernos
y digo yo, que sería por algo.
Había un perro flaco y desnutrido que nos miraba con cara de pena
y un poco más abajo,
había otro perro que nos ladraba sin apenas mirarnos
y que se rascaba las picaduras de pulgas
que lo tenían acribillado y como si fuera un colador
y por la cuneta de aquella calle olvidada
había un reguero donde la mierda se mezclaba con la tierra
y era un olor tan penetrante
que en aquél momento no sabías
que nunca más podrías quitarte aquél olor de encima.
Pero lo más duro y lo más contradictorio del tema
es que cuando llegaba la noche
todos nos íbamos a dormir dócilmente
y esperando a que mañana sería un día muy diferente.
La esperanza nunca muere
y aunque estés rodeado de miseria por todas partes
la esperanza se despertará igualmente
y lo hará cada mañana.

No hay comentarios:
Publicar un comentario