Yo quería ser un licántropo y mirar en lo que me he quedado. Ahora, soy bodrio mal hecho o con malos acabados. Digamos que mi parte interna está hecho de órganos y tripas y que más o menos funcionan como toca, salvo mi alma, claro está. Mientras mi parte externa tiene defectos que vienen de fábrica y os voy a poner un ejemplo, soy calvo o casi del todo. Pero claro, dad mi edad me importa un carajo tener cuatro o un millón de pelos sobre mi cráneo. Ahora no cambiaría todo el pelo que me falta por cuatro ideas nuevas y claras. Ahora, prefiero tener ideas y que éstas generen, otras ideas y en plan exponencial. Yo he visto cabalgar jinetes sin cabeza y a una manada de perros salvajes persiguiendo quimeras. Y lo poco que que quedó de ellas, es de lo que yo me alimento. Me siento parásito de mis propias ideas y cojo una y no la suelto y cojo dos y me las meriendo.
Menos mal que nunca me sentí profeta en mi tierra, es más y para ser muy claro, no me sentí profeta en ninguna tierra en as que he vivido. Yo soy de tono bajo y me gusta hablar en petit comité o en corrillo. Ahí, sí que me desenvuelvo y hasta puede que llegue a convencer a alguien. Pero tampoco os penséis que se me va la vida en el intento y porque prefiero conceder mi precioso tiempo a mi propio convencimento. Antes, tenía mucho empeño en tratar de convencer a los demás, pero a base de hostias y malos rollos, me fuí convenciendo que lo de convencer a otra u otras personas, no merecía la pena. Y por eso ahora, me muevo dentro de esa conclusión minimalista que reza, que me llega con convercerme a mi mismo. Y eso si llego a ello. El tiempo es vida y no es oro. Y mis convicciones requieren mimos y ganas.
Además, tengo cuatro convicciones. Me encanta escribir y a todas horas. Sueño a destajo y entre mis sueños está el acordarme a su vez, de mis mejores sueños. No adoro la velocidad, pero sí me gusta que las cosas vayan ligeras y rápidas. No me gusta estancarme en la ciénagas que nos brinda la vida. Y por último, no quiero ser ejemplo de nada ni de nadie y porque me molesta en demasía, los falsos profetas con todo su falserío. Yo prefiero las pequeñas cosas que nos regala la vida y que ellas mismas, me ayuden en la lucha de cada día. Los grandes hitos se los dejo para los que quieren formar parte de la historia y yo en cambio los hitos los prefiero, pequeños, buenos, alucinantes y estimulantes.
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