ESCRITOR FRUSTRADO (2.013)

 Era un día señalado en el almanaque o calendario, era el día 20 de Septiembre del 2.013 y había quedado a las 8 de la tarde para una reunión cuyo tema sería hablar de la escritura. Y llegaron las 19.30 y me dirigí hacia el punto de encuentro y por el camino me fuí planteando las posibles opciones. Primero, que no conocía a nadie y si me encontraba varios grupos de personas complementamente distintos, ¿que haría?. Entonces pensé en las posibles pintas o look de los posibles escribientes. Pensé que alguno fumaría en pipa y de inmediato lo descarté, pues eso ya estaba pasado de moda. Pensé en barbas, gafas de concha, en melenas, en rizos, anoraks o en abrigos,  todas estas últimas alternativas los descarté, pues hace tiempo casi de verano y con el resto de los complementos me dije a mi mismo: tú si que estás desfasado y hablas de pintas de hace 30 años o más. Fue cuando me di cuenta de que en realidad no sé que pinta llevan hoy en día los futuribles escritores.

¿Y si eran más jóvenes que yo?. Eso seguro, pensé, pues tampoco es tan difícil, ya que tengo 57 tacos y por debajo de esa edad habría muchos. Más perdido me encontré y tuve que aterrizar de mi globo y me tuve que centrar en aparcar "mi Ferrari" y eso hice, aparqué. Me fui a la cafetería y eché una ojeada genral y no percibí que nadie de los presentes fuera un posible escritor, así que me senté en una mesa y seguí dando vueltas a la noria. Sí, era verdad, no conocía a nadie y no sólo tenía el problema de como los reconocería, sino y también, de como les entraría. Les diría que yo me enterado indirectamente de aquello y si era una reunión privada, pues lo sentía y cogería el camino de vuelta y uno de ellos me diría y en el último momento me diría: ya que estás aquí, quédate, no importa. Mientras tanto, seguía observando la gente que entraba en la cafetería y nada, nadie me coincidía y sobre todo porque no se juntaba ningún grupo un poco amplio, se sentaban dos o tres persona en cada mesa y con pinta de currantes o de paletas (albañiles) y además observé que le estaban dando bien a la priva, cosa que no me coincidía mucho con una reunión seria. pero ¿quién me dijo a mí que aquello iba a ser serio?. Más dudas.

Seguí esperando y mirando la hora en el móvil y pasaban los minutos y ya pasaban 15 minutos de la hora y ya empecé a dudar del  asunto. Haber si me había confundido de hora o de cafetería o de calle o de fecha y vueltas y más vueltas y los minutos corrían más que las horas. Y nada de nada, allí no aparecía nadie con pinta de intelectual frustrado, salvo yo, claro. Hasta que a la media hora, ya me cansé de esperar y concluí que la reunión de futuribles escritores se habría aplazado y dado que tenía un supermercado al lado, me entró la vena materialista o mejor dicho la vena de la hambruna y me fui a comprar algo de papeo (comida). Y así acabó éste cuento, ni reunión, ni escritores frustrados ni nada de nada y vuelta para casa y con el rabo entre las piernas, vamos con el rabo en su sitio, pero más alicaído que de costumbre. Y aquí estoy en mi santa casa y ejerciendo de lo que sé, de escritor frustrado.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

LA CAÍDA de Batania

Fue mi historia con ella como tirarse del décimo y encontrarse en el aire con una mujer que se había lanzado del noveno: pensé que nos unía ...