Ningún animal de los que hasta ahora he conocido, se ha puesto a pensar. Salvo el ser humano y que es el más inhumano de todos los animales y no es que sea, porque pueda pensar. Más bien lo contrario. El acto de pensar requiere su tiempo previo de calentamiento y una vez metidos en el acto del pensar, requiere toda tu concentración y en el paquete debe ir metido, que hay que tomar una decisión. El humano cuando no piensa se convierte en el peor animal, pues tiene instinto asesino y le gusta matar por matar. No mata para poder comer, que también, pero que muchas veces mata por el placer de matar (qué no sé que placer puede tener). Aunque a veces (muchas veces) se puede matar bajo la sombra de una bandera, que es el trapo al que cada país colorea y dibuja como le da la real gana al que diseñó semejante enseña y entonces, ya tenemos un trapo coloreado y al cual le añadimos una parte de fervor patrio y entonces, ya hay que besar al trapo y desfilar ante él y porque ya ha dejado de ser trapo y ahora es una bandera que representa a todo un país. Si uno está en contra de la guerra, previamente debía estar contra todo tipo de banderas y ¿qué bandera tienes?...mi bandera es el universo y eso es imposible que sea metido en un puto trapo.
Las mañanas son así. A veces son así de improductivas y tienen el sabor añejo del fracaso, pero como por delante te quedan tarde y noche, entras en la ley de las compensaciones y depositas todas tus esperanzas en que mejorarás tu rendimiento con el paso de las horas del día. Yo apuesto por mí y por mi mejora y porque hacerlo peor es difícil y por no decir imposible. La reacción ante el fracaso debe de ser activa y rebelde. Y de todas formas nos queda otra posible postura que se resume en que si no es hoy será mañana. Pero ésta última no me gusta tanto, porque mañana es otro día y el día de hoy lo estás dando por perdido. Y yo no quiero dar por perdido nada, ni el aliento, ni el sudor que recorre mi piel, ni la risa floja que me entra cuando me río de mi mismo. A veces acudo al espejo y para quitarme de encima el espejismo del cual padezco a veces y porque me siento guapo no, lo siguiente, amable, cariñoso y casi empalagoso y entonces me doy un baño de realidad frente al espejo y me observo de nuevo y veo que la guapura la debe tener otro, que la amabilidad y el cariño no se miden ante un espejo. Que los surcos de tu piel son senderos que se adentran en el bosque espeso de mis ideas.
Ahora, ya estoy en modo tarde y son las 6 y media de la tarde y me acabo de sentar delante de mi portátil y para seguir diciendo una tontería tras otra. A veces, me siento imbécil y porque sigo escribiendo y no estoy diciendo nada. Pero pasa que a veces, surge la liebre y la inspiración salta cuando menos te lo esperas. Por eso sigo escribiendo, por eso me siento a escribir todos los días y mañana, tarde y noche. No las 24 horas, pero sumando trozitos de cada período del día y noche, puede que llegue a 6 horas al día. Llegué a 16 y 14 y 12 horas al día, pero semejante animalada acabó por destrozarme más de lo que ya estaba por edad y por eso decidí cuidarme y voy al gimnasio, como bastante sano y no me masturbo mucho más, porque la masturbación no entre en los planes de adegalzamiento ni de salud física, sino estaría en plan mono masturbándome todo el día.
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