No hay nada como un amor desmedido,
deforme nada más nacer,
bestial,
enorme y nunca conforme,
diferente y sacudido,
doloroso y dolorido,
amante de lo impúdico
pasional, ciego y encendido,
obtuso y agudo,
hiriente y confundido,
acelerado de pulso,
de corazón palpitante
de sangre caliente y de lava ardiente,
de largas tardes otoñales,
disfrutando de la eternidad de las mañanas
mientras los deseos juegan entre nuestros dedos.

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