Cuando el sol extienda sus tentáculos dorados,
cuando la lluvia haga crecer la hierba,
y cuando la luna encienda su bombilla,
ese día y en ese momento, yo diré algo,
y diré, que siempre merece la pena vivir,
lo diré en voz bien alta,
lo diré golpeándome el pecho,
y lo haré hasta que reviente, por dentro.
no estoy equivado, ni estoy confundido,
pues yo lo tengo muy claro,
y aunque la miseria recorra las calles,
aunque nos cuelguen de las farolas, aunque nos traten como perros callejeros,
yo diré lo mismo,
yo diré que siempre merece la pena vivir,
y eso lo digo ahora y ese día,
ese mismo día, en que se conjuran todos los planetas.
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