En mi recorrer por la vida,
hubo etapas buenas, pocas, pero las hubo,
otra malas, y por desgracia, éstas son más abundantes,
y también las hubo peores,
las cuales las llevo grabados en mi cerebro.
Yo tengo un radar bajo mi piel,
detecta a mucha distancia,
a las personas que no tiene sombra,
la sombra la llevan dentro de su alma,
y mi radar es infalible,
y por tanto nunca falla,
mi radar dispara y después pregunta,
aunque lo de preguntar sobra,
pues mi radar no falla,
y hasta funciona bajo del agua,
además se carga, por paneles solares.
En mis peores momentos,
el radar emite una señal de alarma,
se hace eco de que algo falla en mi alma,
y como mi radar no falla, pues debe ser cierto,
el que mi alma esté sombreada.
Siempre pensé que mi alma era clara,
que era blanca, que era limpia,
que era un alma sin pecado mortal,
transparente y límpida como el hielo,
que en ella no tenía cabida la maldad,
la sospecha, la desconfianza,
la lujuria, la envidia, el recelo,
la venganza, el resentimiento,
y otros calificativos parecidos,
y es más lo sigo pensando,
aunque hay veces,
en que mi teoría se tambalea,
y entonces pongo todo en mi balanza,
todo lo bueno y todo lo peor que malo,
y según se incline hacia un lado o hacia al otro,
yo actuo, acatando mi propia sentencia.
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