LOS TREPAS (Homo ladillens)

Me encanta ver la evolución de las personas, como se transforman y como se produce su metarmofosis, como pasan de capullos a lindas maripositas. Al revés es más difícil que ocurra, pues la transformaciones sólo se producen si hay algún tipo de medallas por el medio, medallas figurativas pero cargadas de simbología. Y esta simbología les pone a tope y les pone tanto que lo que era blanco ahora es negro. Son los pequeños trepas, tan abundantes por éstas tierras. esa especie en peligro de extinción, pero que nunca desaparece, si no los de arriba como iban a dormir tranquilos. Su función es de hormiguita, un poquito aquí y otro poquito allá y poco a poco van tejiendo su telaraña.

                       Al pricipio de su mandato aún se sienten próximos a las de abajo y en cierta medida apoyan las causas de los pringaos, pero el tiermpo todo lo puede y donde dije digo ahora es diego y ahora que ya soy un jefecito os digo que estabais equivocados. Gracias enorme ladilla por iluminarnos, pero los de abajo ya te han visto el plumero y ese plumero atufa y atufa demasiado. Así que cada uno en su sitio y así se ven mejor las cosas, vamos que se despeja el campo de batalla. Desde ese momento ya no hay apoyos que valgan, la plebe es la plebe y yo soy otra cosa, piensan para sus adentros.

                      No penseis que es fácil de dignosticar los primeros síntomas de la ladillitis, no señor, es tarea difícil y muy sibilina. Pues ellos juegan con las buenas intenciones de los demás, aparte que conocen a las personas, al fin y al cabo y hasta hace nada eran plebeyos. Claro que jugar con las buenas intenciones de la gente tiene un límite, como todo en ésta vida, y llega un momento que de tanto poner uno el culo, al final te escuece y lo que escuece ya se sabe, te hace ser más cauto y por tanto ser más desconfiado o sea que en la vida todo tiene un límite, pero también tiene un precio (enseñanza confuciana). Y aquí vienen las primeras demostraciones de su poderío pueril y empiezan los reproches, los pequeños detalles que enmierdan las relaciones laborales y personales. Los trepas se suben con mucha facilidad a la parra y una vez instalados en ella ya no hay nada ni nadie que los baje, su vida girará siempre bajo los mismos parámetros, de carguito en carguito y tiro porque me toca.

                  Y cuidado, porque un trepa puede ser el compañero de todos los días, el que te saluda y te hace las gracias y habla contigo cosas transcendentes y hasta personales. Puede, no quiere decir tiene, pero por si acaso yo aviso y el que avisa no es traidor. La única manera que se me ocurre es ofreciéndoles un pequeño caramelito o una información privilegiada y observar su comportamiento. Si el sujeto a estudio se empalma, o le crecen sus incisivos y empieza a babear por su boca como una babosa, entonces es que le vá la mandanga y  ya sabemos que hay otro trepa en ciernes, vamos que ya está infectado por el virus de los trepas y aunque de momento sólo tendrá forma de larva, por lo demás seguirá tan normal. Pero ya conoceis la teoría de la metamorfosis..., vamos por la que empecé al principio.

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JULIO CORTÁZAR