LOS OLORES

               Sábado 24 de agosto y es un día un tanto especial. Primero porque es el día de vuelta a mi casa, por fin se han ido los últimos inquilinos y ahora escribo desde mi mesa, mi añorada mesa y aquí estoy de nuevo al pie del cañón y sudando como un pato. He abierto las ventanas para que el aire corra y se ventile y además se lleve los perfumes o los olores de los visitantes, no soporto los olores extraños de alguien que no conozco, que no conozco y que ha estado en mi casa sin estar invitado, o sea que ha estado por cojones, como es el caso, sino me da igual el olor de cada uno, si mantiene la distancia pertinente, claro. Pero en mi sacrosanta casa no me gusta que se impregne de olores demoníacos y pecadores o de olores a sobacos extraños y sudados o a desodorantes recargados a pétalos de rosas o de petunias. A mi me gusta que mi casa huela a mí, a mi sudor, a mi desodorante, a mi colonia y a mi champú, un rebujado de esencias de Bruno.

                                         Los olores, los olores de cada uno, su sello, su identificación, su DNI. O los olores de tu familia que son también los tuyos y eso que son variados y distintos, pero si te ponen una venda en los ojos y tienes que identificar por el olfato a cada miembro familiar, seguro que los identificas perfectamente, cada uno tiene su olor característico y que lo define concretamente. Los olores pueden joder muchas cosas, por un mal olor o eso es lo que te parece a ti, que huele mal, se puede ir al carajo una relación o una amistad, y que por los demás sentidos ya la habías aceptado. Los olores dicen mucho más de lo que pensamos, lo que realmente pasa es que el olor es mucho más antiguo que los últimos recuerdos que hay en nuestro cerebro, ni siquiera los transmitidos por herencia son tan antiguos y me refiero que escapan a nuestra comprensión lógica, pues es el primer instinto animal que hemos tenido y no podemos entender el como rechazamos a alguien, por ejemplo, por su olor corporal. Esto no entra dentro de nuestra cabeza y nos rebelamos y hacemos todo lo que podemos para no ser tan animales, pero el instinto manda y al final el olor siempre gana. Y a veces no tienen  que ser olores desagradables, llega con que simplemente sean distintos y diferentes pero eso sí, impregnados de un tufillo que a ti no te gusta. Como se dice: huele mal la cosa y se dice para situaciones que en principio se presentan bien y como toca, pero hay algo que a ti te huele mal y por suerte o por desgracia casi siempre se acierta. Me huele mal este asunto, hay tantas referencias olfativas y todas apuntan en la misma dirección, que hay algo intuitivo en los olores, que hay algo fuerte y ancestral, algo que no hace definirnos y por tanto descartar lo que nos nos gusta o mejor dicho, algo que nos huele mal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

JULIO CORTÁZAR