LA FELICIDAD

Y hoy es martes día 5 de Noviembre y ahora ya es por la tarde, pues la mañana la pasé durmiendo. Salí de guardia y tuve una noche rara y por tanto no sobé casi nada. Pero bueno, ya estoy recuperado y dispuesto a comerme el mundo o por lo menos a comerme una manzana, que eso es lo que debe ser la tierra para los dioses del cielo, una manzana pero con muchos gusanos, pues nosotros somos sus habitantes. Pues si hoy es la idea que tengo de los humanos, que somos unos gusanos y que poco a poco se van o nos vamos comiendo su manzana. No como las manzanas de estos tiempos modernos, que no tienen gusanos ni siquiera su piel tiene manchas. No sólo las manzanas sino toda la fruta, toda parece reproducida dentro de una burbuja y no precisamente dentro de una burbuja inmobiliaria.

                           Hoy me siento flex, descansado y despachado y no digo feliz, pues feliz es otra cosa muy distinta. Feliz es un estado transitorio, nunca permanente y de difícil repetición, además tiene su defectillo, o que es cuando lo pasas al terreno de lo consciente y piensas que si, que si eres feliz y tratas de objetivizar ese estado, pues pasa que a partir de aquí, desaparece esa sensación de tu cabeza y se diluye entre interrogantes. Entre interrogantes y preguntas: ¿no sé si esto es ser feliz ?o ¿me estaré engañando? o ¿qué habré tomado? y ya está, ya se jodió el invento y hasta aquí duró ese estado transitorio, que es la felicidad. Más tarde y con el paso del tiempo, es cuando te das cuenta que en aquél momento llegaste a acariciar la suave piel de la felicidad.

               Después vuelve, siempre vuelve y vuelve cuando de nuevo te encuentras desprevenido y por tanto, cuando menos te lo esperas, pues es un estado que no se consigue por fuerza de voluntad,  porque cuanto más te empeñas, más infeliz te sientes. Así son las cosas y más lo son las cosas placenteras, ellas sólo se muestran pocas veces a lo largo de la vida, pero gracias esos instantes que nos regalan, nos hacen tener siempre el mismo objetivo. sentir de nuevo su caricia de mano de seda.

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JULIO CORTÁZAR