LAS SOMBRAS

Y hoy día 13 de Febrero y hace otro día espléndido de invierno. Ahora ya acudo puntual a mi cita con el sol y a esta hora en que sé que penetran sus rayos por mi ventana, pues eso que aquí sentado estoy. La tibia caricia del sol, ¡si parezco una lagartija buscando el sol!. Y en cambio en verano huyo del sol y mi refugio es la sombra más sombría y aquí en ésta Isla, la mejor sombra es la de la Morera y la de alguna Buganvilla que hace parra. También hay amplios y grandes Pinares que te cobijan bajo su sombra siempre agradecida.

Hoy el mar está como un plato y cuando está así de apacible y de tranquilo tengo la sensación de estar en medio de un lago. Las mareas son mínimas y las olas minúsculas y quizá es eso lo que eche más de menos, el ruido de las olas al romper. De pequeño ese ruido me adormecía por las noches y abría mi ventana para que llegara más nítido y más claro su murmullo cadencioso. Pero bueno yo a éste mar en donde vivo no le puedo pedir más y no se lo puedo pedir entre otras cosas por sus transparencias de cristal.

Es tal su claridad que a veces el agua hace de lente de aumento y por ejemplo puedes ver si hasta tienes hongos en los pies o si te han crecido demasiado las uñas de los pies. Y el color azul turquesa con que muchas veces se tiñe, ese color que parece que lo usa de reclamo para llamar tú atención. Sí, si vivo en un pequeño paraíso terrenal y hoy de nuevo lo pude comprobar. Los prados verdes están cubiertos de amarillo, de amarillo de las "vinagretas" y hacen una combinación perfecta, el amarillo sobre una alfombra verde.

Y si a esto sumamos que el sol te acaricia con fruición, pues nada que me acuerdo mucho de mi querida Galicia y de sus Temporales continuos. Y también me reafirma en aquella decisión que tomé hace 18 años y cuando pude  volver a mi Galicia natal. Yo de aquellas vivía en mi Cádiz del alma y tenía una preciosa casa en el campo y con una parcela que era un trozo de tierra caída directamente del cielo y vivíamos más en la parcela que en la  casa, pues en realidad el invierno eran dos meses y además en esos dos meses abundaban los días como hoy. Pues eso que me fui una semana a Galicia y al ver esa pertinaz lluvia y el cielo siempre encapotado y gris, decidí, que la moneda ponía Cádiz y Sol.

Y así fue, volví a Cádiz y volví encantado de mi decisión. Y es que además los niños eran pequeñas criaturas que se criaron al sol. Esa casa y esa parcela, fue como ya dije en un poema, "mi jardín del Edén". Allí tenía dos sombras superpuestas, la más alta o la que daban los inmensos pinos y la más baja, que era la sombra de varias Buganvillas y alguna madreselva haciendo parra. Además había una tercera sombra magnífica, que era la sombra de una Higuera. O sea que tenías tres sombras y en un mismo espacio. ¿Se puede pedir más?. Bueno sí me faltaba la sombra de una parra de uvas, alta y llena de racimos y fresca como una gruta marina y esa sombra la tuve de pequeño y en mi Vigo natal. Como veis yo me muevo entre las sombras y a veces me muevo con el sol, pero el sol solo lo uso para recargar mis viejas pilas de energía solar y a las sombras las uso para refrescarme del sol (pienso, luego existo).

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JULIO CORTÁZAR