MANÍAS

Me estoy dando cuenta que voy cogiendo vicios inconscientemente y ahora tenía una botella de agua fría en la mano y le eché un trago, pero al dejarla sobre la mesa, la coloqué con sumo cuidado y en el mismo cerco donde la había dejado anteriormente y pensé, ya hago como el Nadal y sus rictus. Es verdad que juega al tenis que te cagas, pero tenerlo de amigo debe ser un verdadero coñazo y lo digo, porque debe de ser bastante cuadriculado y el gin tonic debe ponerse exactamente en el mismo sitio que antes.

El es un gran o un buen maniático, pero en realidad somos muchos los que pensamos que no lo somos y si cada uno se repasa un poquito, seguro que encontrará hechos repetitivos y eso al fin y al cabo son manías. Mi principal manía son las gafas y que nadie me las toque porque simplemente muerdo. No soporto esa broma pesada de ponerte un dedo sobre el cristal de las gafas, vamos que no lo soporto, por no decir que me desquicia.

Todo tiene su buena explicación, yo soy miope de toda la vida y sin las gafas yo no vivo o dicho de otro modo, no  veo un pijo. Y eso me altera y me pone de los nervios y pienso que ya no puedo conducir ni saborear los paisajes. Yo a las gafas las cuido y las mimo, las limpio con cuidado y las paso por mi ITV particular, vamos que me preocupo por ellas y porque me prestan un buen y magnífico servicio.

Tampoco soporto que me toquen la barriga, sobre todo cuando estoy gordo seboso y que es precisamente cuando algún graciosillo de poca monta se atreve a tocarla y para hacer un chiste fácil sobre la obesidad que tu tienes (ahora voy bajando de peso en ascensor). ¡Joder! que se toque sus huevos. Es como si a un tío le falta un ojo y vas y le metes el dedo en la cuenca vacía y menuda gracia más graciosa y te dirá y con razón, porque no te metes el dedo en el culo. Me acuerdo que a mi Padre lo que le desquiciaba era que le tocaran el pelo o la cabeza y sus razones tendría. Bueno son cerca de la 1 de la mañana y ya seguiremos otro día con el tema de las Manías.

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JULIO CORTÁZAR