¡ALELUYA!

Aleluya, aleluya... y aleluya ¿porqué?. quizá por el magnífico día de hoy, quizá por la música que escucho, quizá porque me encuentro a gusto con la vida y por eso como productos Danone. Yo que sé, aleluya por todo y en el todo va todo lo bueno y todo lo malo, porque lo malo también tiene sus derechos elementales y lo bueno, no es que ya tenga derechos, es que a sus pies hay que extenderle una alfombra roja. Y éste es un ejemplo más de mi insistente teoría, el día ha amanecido grandioso y de momento no me he encontrado ningún capullo que me joda el día, pero queda mucho día por delante y ya veremos como acaba el asunto. De momento a disfrutar del precioso decorado, el cielo está limpio como una patena, hay una ligera brisa otoñal y el mar goza en su calma, el mar parece una autopista hacia el cielo, todo liso y sin curvas peligrosas.

Cuando el mundo se pone así, así de dulce, así de suave, me entran ganas de apearme de la noria de la vida y ejercer mi derecho a tener una parada o un tiempo muerto y hasta que se joda el decorado..., disfrutar del momento. Claro que también me encanta lo contrario: los temporales, el viento loco, el mar embravecido, los pelos de punta, los paraguas volando, la lluvia sobre mi cara, el ir saltando los charcos, el cogerte de la mano y murmurar ¡te quiero! y unas tiernas sonrisas iluminando nuestras caras. Bueno en definitiva, siempre hay que buscar el lado más bucólico de la vida y da igual el tiempo que haga, porque lo bucólico no sabe de tiempos, ni de lugares, solo sabe de interiores, del como estén los interiores.

Hoy musicalmente me acompaña Leonard Cohen, que hacía mucho tiempo que no lo escuchaba y puede que me esté influyendo en lo que escribo, pues con esos acordes suaves y melosos me están produciendo ternura desbordante y hasta el vello se me pone de punta y hasta una lágrima asoma por la ventana de mis ojos. Y pensar que de chaval yo odiaba a Leonard Cohen y porque simplemente me parecía un puto muermo melancólico y en cambio ahora, me gusta su cadencia tristona pero optimista, sus letras, sus versos... ¡Joder! desde que me he vuelto Poeta, no hay quién me aguante y es que dicen que con la edad las venas se endurecen, pero las mías de cada vez se están volviendo más sensibles y con la hermosura del momento, laten como tambores.

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JULIO CORTÁZAR