No hay nada más grande que la vida, sí, la vida que hemos vivido, que estamos viviendo y la que nos queda por vivir y todo ese conjunto se llama VIDA y con esas letras grandes o mayúsculas. Los tropiezos, los malos rollos, las malas historias también forman parte de la vida, digamos que son parte del lado oscuro de la vida, pero que sin él no habría el lado claro, el lado que de vez en cuando se presenta sin aviso previo y con esa confianza que solo da el tener esa claridad de pensamientos. Y la vida también te mete muchos palos, pues a veces se ceba en uno y a veces hasta te deja medio noqueado, bueno, a esto algunos le llama depresión o pérdida aguda de la autoestima y ahí ya depende de ti, el que se convierta en duradera y crónica o que simplemente te enfrentes a ella. Por tanto, llegado a un punto de la historia nosotros también actuamos y nosotros también decidimos.
Y que yo quiera contagiar vida y que yo quiera decir que si merece la pena vivir, es debido a que me sobra vida. Es decir, dentro de mi tengo tanta vida que quiero compartirla y es más, necesito compartirla y por eso lo hago, porque sino no la comparto, mi cupo de vida sería más pequeño o más estrecho y eso, es lo que no entienden muchos, que con el paso de los años uno debe enriquecerse espiritualmente y no hacerse un estrecho de miras y un egoísta de mierda. La tendencia o la corriente social es esa, es hacerte un viejo egoísta, un viejo verde y un puto estorbo. Por eso con la llegada de la vejez hay que ser más solidarios que nunca, más abiertos y más entregados y como uno se encoja o se deje encoger, uno se hace un ser mísero y un ser diminuto. Lo grande de la VIDA es que es flexible, es que es distinta, es que nuestra y que es única, pero que al mismo tiempo, su significado como tal vida, lo tiene gracias a todos los que formamos parte del círculo vital.
La trampa de ésta sociedad es esa, la trampa está en que te metas en tu celda de aislamiento y que a partir de ahí, que solo te preocupes de si tienes dolor de huesos o de que te tiemblen las piernas o las manos y entonces ya entras de lleno en el círculo vicioso de la vejez y así, entras en mundo egoísta y lleno de temores. Y ya sé, que está más cerca la muerte y que nos queda menos, pero la cuestión no está en lo que nos queda, la cuestión está en aprovechar ese tiempo hasta el último segundo de vida, hasta el último aliento y hasta el último suspiro y tus herramientas ante ello son: tu solidaridad, tu humanidad, tu experiencia vital, tus pensamientos, tus letras, tus palabras y tus deseos. La vida no nos encoge, la vida nos transforma y debía agrandarnos y repito, ahí depende de ti y depende de ti el que te abras, el que rompas los moldes establecidos, el que destroces fronteras y el que agrandes esa capacidad que tenemos los humanos y que se llama: solidaridad. Se me olvidaba, quizá unas buenas dosis de ternura podrían ayudar.
Y que yo quiera contagiar vida y que yo quiera decir que si merece la pena vivir, es debido a que me sobra vida. Es decir, dentro de mi tengo tanta vida que quiero compartirla y es más, necesito compartirla y por eso lo hago, porque sino no la comparto, mi cupo de vida sería más pequeño o más estrecho y eso, es lo que no entienden muchos, que con el paso de los años uno debe enriquecerse espiritualmente y no hacerse un estrecho de miras y un egoísta de mierda. La tendencia o la corriente social es esa, es hacerte un viejo egoísta, un viejo verde y un puto estorbo. Por eso con la llegada de la vejez hay que ser más solidarios que nunca, más abiertos y más entregados y como uno se encoja o se deje encoger, uno se hace un ser mísero y un ser diminuto. Lo grande de la VIDA es que es flexible, es que es distinta, es que nuestra y que es única, pero que al mismo tiempo, su significado como tal vida, lo tiene gracias a todos los que formamos parte del círculo vital.
La trampa de ésta sociedad es esa, la trampa está en que te metas en tu celda de aislamiento y que a partir de ahí, que solo te preocupes de si tienes dolor de huesos o de que te tiemblen las piernas o las manos y entonces ya entras de lleno en el círculo vicioso de la vejez y así, entras en mundo egoísta y lleno de temores. Y ya sé, que está más cerca la muerte y que nos queda menos, pero la cuestión no está en lo que nos queda, la cuestión está en aprovechar ese tiempo hasta el último segundo de vida, hasta el último aliento y hasta el último suspiro y tus herramientas ante ello son: tu solidaridad, tu humanidad, tu experiencia vital, tus pensamientos, tus letras, tus palabras y tus deseos. La vida no nos encoge, la vida nos transforma y debía agrandarnos y repito, ahí depende de ti y depende de ti el que te abras, el que rompas los moldes establecidos, el que destroces fronteras y el que agrandes esa capacidad que tenemos los humanos y que se llama: solidaridad. Se me olvidaba, quizá unas buenas dosis de ternura podrían ayudar.
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