PASEOS Y PENSAMIENTOS

Pues después de unos cuantos paseos por los cielos insulares, por fin he tomado tierra, aunque realmente parte de mi se ha quedado en el cielo y éste trozo de carne que ahora os escribe, es la que se pasó de peso y ahora, tengo que pagar cada kilo de mi carne a 100 euros, pues ya sabéis como son las aerolíneas cuando vas pasado de peso y tengo que hacerlo y porque mi viaje tiene como destino final, el matadero. Y es que si yo me divido en tres partes, dos se quedaron en el cielo y una, la más amorfa e inocua, no quiere separarse de mi esqueleto y juntos, hueso y carne, serán pasto de los buitres y alimañas. Pero no penséis que porque diga esto, que no me quiero, porque no, porque me quiero y me quiero mucho, lo que pasa es que mis partes más entrañables y cariñosas se quedaron  suspendidas de una nube y ahora, están a la espera de que pase un ángel por allí.

La verdad, es que hoy el cielo estaba precioso, estaba nublado y triste, pero era como si debajo de esa capa de tristeza, estuviera la belleza y se intuía y se intuía... y es que algún resquicio de luz iluminaba las canas del Dios desconocido o del paraíso perdido. Hoy volé sobre las nubes, volé, andé, corrí, me rebocé y hasta jugué al escondite y salté de nube en nube y atrapé deseos y esperanzas y alegrías y penas y gloria, sí, sobre todo atrapé glorias y gloria a dios y gloria a todos los hombres de buena voluntad y a los de mala voluntad y porque también tienen su derecho.

Porque vamos a ver, todo depende del concepto y ser bueno, no es igual para ti y para mi, y tampoco lo es, el concepto de la maldad. Claro que yo y mis neuronas nunca perdonaríamos a los violadores y asesinos y que no me inventen motivos y posibles causas y factores y porque en estos casos nunca hay motivos y porque solo hay una puta degeneración cerebral, y que su tratamiento requiere de una extensa lobectomía radical. Por mi, les dejaba una sola neurona para ir tirando, una que les sirviera para poder mearse y cagarse encima, una que le impidiera caminar y pensar y una sola y para que les anulara por completo la voluntad.

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JULIO CORTÁZAR