Cuando yo digo que es mejor el poquito a poco o sea, "a modiño" (despacito) y con buena letra y buenos alimentos, voy yo y me lo creo, porque el poquito a poco siempre ha sido mi sueño incumplido. Siempre quise hacer las cosas despacito, a pequeños pasos, a suaves y plácidos escalones y con todo mi cariño y dedicación y suelo empezar muy bien, pero creo que me quedo en el prólogo del tema, porque de repente pasa un tsunami por mis adentros y ya está, ya viene la explosión y la onda expansiva. Pero eso sí, de nuevo lo intento y esa ha sido mi vida, el siempre intentando imponer calma.
Como se dice aquí, que el ritmo vital de ésta Isla, es en calma y tranquilamente y que somos los forasteros los que intentamos imponer otro ritmo. Bueno a mi al principio de vivir aquí me pasó, que venía con el hormigueo de las prisas y la verdad, es que casi todo me desquiciaba, pero con el paso del tiempo y eso equivale a dos o tres meses, me adapté perfectamente a éste ritmo platanero. No hay prisa y las prisas son malas compañeras, pero también lo es el exceso de calma o que por lo menos y de vez en cuando, que haya alguna sacudida de ese ritmo tan cansino.
Es decir, yo ahora asumo la calma pero necesito que de vez en cuando ésta Isla se sacuda. Es que yo a esto de la calma, le llamo calidad de vida y creo que debería llamarse así. Bueno, aquí hay calma para todo, menos para los cotilleos, es decir, si pasa algo al otro extremo de la Isla, en 1 minuto ya está en todos los oídos insulares. Cosas que pasan en sitios pequeños y aislados y ¿que puede haber más aislado que una Isla?. Y ya puestos y aplicando esa filosofía tan isleña, me voy a construir el mecano de los muebles de Ikea, a modiño y tranquilamente, que como sea, tengo que acabar esa obra faraónica.
Como se dice aquí, que el ritmo vital de ésta Isla, es en calma y tranquilamente y que somos los forasteros los que intentamos imponer otro ritmo. Bueno a mi al principio de vivir aquí me pasó, que venía con el hormigueo de las prisas y la verdad, es que casi todo me desquiciaba, pero con el paso del tiempo y eso equivale a dos o tres meses, me adapté perfectamente a éste ritmo platanero. No hay prisa y las prisas son malas compañeras, pero también lo es el exceso de calma o que por lo menos y de vez en cuando, que haya alguna sacudida de ese ritmo tan cansino.
Es decir, yo ahora asumo la calma pero necesito que de vez en cuando ésta Isla se sacuda. Es que yo a esto de la calma, le llamo calidad de vida y creo que debería llamarse así. Bueno, aquí hay calma para todo, menos para los cotilleos, es decir, si pasa algo al otro extremo de la Isla, en 1 minuto ya está en todos los oídos insulares. Cosas que pasan en sitios pequeños y aislados y ¿que puede haber más aislado que una Isla?. Y ya puestos y aplicando esa filosofía tan isleña, me voy a construir el mecano de los muebles de Ikea, a modiño y tranquilamente, que como sea, tengo que acabar esa obra faraónica.
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