La rareza no se mide en hacer mil cosas raras, bueno también, pero sobre todo se mide en que algo importante para ti lo resuelvas o lo intentes resolver de una forma rara y entonces a veces, un sólo hecho te va a marcar como un ser raro. El raro está desprestigiado, ser raro es sinónimo de bicho raro, de ser diferente del resto de la gente, de pensar y actuar de otra forma y por ese simple hecho, van y te meten el nombre de raro. Sí, yo soy raro y porque no pienso como esas mayorías sociales que andan por las calles, porque no voy a la playa en los días de verano, porque me gustan las plantas y los árboles, porque me encierro entre mis cuatro paredes, porque no me asusto fácilmente, porque a veces tengo miedo, pero pocas veces, porque me enfrento a fantasmas de mi vida, porque no tengo el futuro que me pronostican, porque no quiero cadenas y ataduras, porque me siento distinto y porque me gusta sentirme en minoría.
Pues, por todo eso soy muy raro y más cosas que se quedaron en el tintero, pero en definitiva y como conclusión: soy raro y lo soy hasta la médula o hasta mi misma esencia. Y la verdad es que me siento muy bien siendo tan rarito, digamos que la normalidad no me llama o mejor dicho, que me aburre, que no le encuentro alicientes, ni estímulos...O sea, que soy raro pero estoy orgulloso de serlo, porque le he encontrado el punto de belleza a mi rareza y cada mañana que me miro en el espejo me digo: eres un tío raro, pero me gustas y a pesar que mi carcasa envejece y se llena de arrugas, porque lo que yo veo en el espejo, es mi interior y ya digo que esa paisaje me gusta y me entusiasma.
Antes no, antes me agobiaba mi rareza y me obligaba a intentar salir de ella...quería ser normal, quería ser uno más, quería pensar como los demás...pero no podía. Nunca conseguí ser normalizado, aunque a veces lo rocé con mis manos y durante un tiempo me sentía reconfortado, claro que en cuanto pensaba en mis estímulos vitales me daba cuenta que estaba disfrazado de camuflaje y para pasar desapercibido. La rareza se mide en tus pensamientos, sentimientos y actos y si estos no coinciden con los de la mayoría, pues ahora pienso, que es mejor, mejor para ti y porque te sentirás más orgulloso y mejor para los demás, porque no se verán con la obligación de tener que enseñarte el camino correcto.
Pues, por todo eso soy muy raro y más cosas que se quedaron en el tintero, pero en definitiva y como conclusión: soy raro y lo soy hasta la médula o hasta mi misma esencia. Y la verdad es que me siento muy bien siendo tan rarito, digamos que la normalidad no me llama o mejor dicho, que me aburre, que no le encuentro alicientes, ni estímulos...O sea, que soy raro pero estoy orgulloso de serlo, porque le he encontrado el punto de belleza a mi rareza y cada mañana que me miro en el espejo me digo: eres un tío raro, pero me gustas y a pesar que mi carcasa envejece y se llena de arrugas, porque lo que yo veo en el espejo, es mi interior y ya digo que esa paisaje me gusta y me entusiasma.
Antes no, antes me agobiaba mi rareza y me obligaba a intentar salir de ella...quería ser normal, quería ser uno más, quería pensar como los demás...pero no podía. Nunca conseguí ser normalizado, aunque a veces lo rocé con mis manos y durante un tiempo me sentía reconfortado, claro que en cuanto pensaba en mis estímulos vitales me daba cuenta que estaba disfrazado de camuflaje y para pasar desapercibido. La rareza se mide en tus pensamientos, sentimientos y actos y si estos no coinciden con los de la mayoría, pues ahora pienso, que es mejor, mejor para ti y porque te sentirás más orgulloso y mejor para los demás, porque no se verán con la obligación de tener que enseñarte el camino correcto.
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