Cuando uno duda en el poder de sus decisiones personales...es cuando entras en una Noria y ahora estoy arriba y ahora, estoy abajo, pero cuando te decides y porque te has decidido y después de mucho pensarlo y sufrirlo... o estás arriba o estás abajo, digamos que no hay una bipolaridad cambiante. Yo he optado y yo he decidido y ahora tengo que ejercer de Atila para poder mantener mi postura o sea, tengo que arrasar con todo y para mantenerme en mis trece como superviviente. A mi me cuesta y me cuesta mucho decir: "hasta aquí hemos llegado"....pero eso sí, una vez que salen esas palabras por mi boca viperina...ya no hay vuelta atrás y porque confío en la contundencia de mis decisiones, confío en todo el proceso que me ha llevado a tomar esa determinada decisión.
¡Hombre! no siempre sale igual de bonita la cosa...porque hay veces que casi se vuelve recurrente el volver hacia atrás...pero en éstas situaciones me cojo un gran cabreo conmigo mismo y me obligo y por mis santos cojones, a tomar una decisión. Prefiero una decisión mal tomada, que una decisión neutra y anodina. Yo sobre todo y por encima de todo, reivindico un papel activo y participativo y debo ser el primero en demostrarlo. He metido muchas veces la pata y por la toma de algunas de mis decisiones, pero los momentos que más me duelen y escuecen, son los que no han sido decididos por mi y si por las circunstancias o por la otra u otras personas.
Yo, confío en mí y en mi poder mental y que cualquier daño (sea el que sea), tarde o temprano será superado. Yo le tengo más miedo a la neutralidad, al que me las den, al que ya vienen dadas, al que estabas predestinado, al que ya estaba escrito y entonces tu papel, será la espera de los aconteceres. También confío en el poder reparador de mi alma, porque en ésta vida he sangrado muchas veces y en todas (sin excepción)...he acabado por cicatrizar mis heridas y en unas he tardado meses y otras han tenido que pasar años y años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario