HISTORIAS...

Hoy se nota que estoy saliente de guardia y por el cansancio acumulado mis pensamientos se oscurecen y en consecuencia me pongo a hablar de la penosa muerte solitaria. Hay algo de verdad pero también hay mucho de subjetivismo y es que las miras y los objetivos bajan y mucho cuando físicamente te encuentras tocado. Vamos, que no es lo mismo rendirse en un día bueno que en un día malo, en el bueno negocias a fondo las condiciones de la rendición e incluso, estás predispuesto para hacer trapicheos y en el malo, no quieres saber nada más de la película... y tío me rindo y déjame en paz. Y menuda mierda del día después, que es como le llamo al día post guardia, "el día después", que es como las pastillas anticonceptivas pero en éste caso sin que medien pastillas. Claro que ahora me estaba acordando de aquellos tiempos no tan lejanos (hace 10 años y un poquito más), en que el día mierda no era sólo "el día después" y también lo era el día de Guardia en sí.

Tiempos aquellos, tiempos de Cádiz y ¡olé!. Pero olé cagándote en todo y porque aquello era peor que Corea del Norte (digo en éste aspecto de mi trabajo), aquello era la guerra, eran desfiles de pacientes, eran muchedumbres o masas de pacientes impacientes, además de gritones y chillones y ¡olé!. Y hay que decir siempre ¡olé! porque en Cádiz es así la cosa de graciosilla: eres un imbécil y ¡olé!, te voy a partir la cara y ¡olé!, te voy a matar y ¡olé!. Es que vamos a ver una cosa, si allí en Cádiz, se consideran las catedráticos de la gracia y yo me fui a vivir allí, me tenía que joderme con tanta gracia descafeinada.

Y eso no quita que en Cádiz no haya mala baba, que la hay como en todos los sitios o sea, que la hay por doquier y la única diferencia con el resto de los sitios en que he vivido (Menorca y Galicia), es que en estos lugares la mala baba se ve y se intuye a la primera y no se disfraza tanto de gracia y ¡olé!. Pero también estos sitios tienen sus otras cosas: más desconfianzas, menos alegrías y más aires lúgubres y como si todos los días se estuviera muriendo alguien. Y como decía el otro; cada sitio tiene su historia y hasta yo tengo la mía.

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JULIO CORTÁZAR