¡HAY QUE JODERSE, COMPAÑEROS!

Yo no soy hijo del odio

y eso que tuve muy buenas escuelas

 odiar dentro de una cafetera llena de odio,

el café que saldrá... será cargadito

y mientras nos dedicamos a odiar,

algunos, los más ladinos,

 se encargan de que esa carga de odio llegue a límites indescriptibles,

primero, señalan y marcan bien una frontera,

segundo, levantan un trapo al que llaman bandera,

tercero, mandan componer un himno todo patrio 

y que te haga llevar la mano al Corazón (apunte éste, muy importante),

y después siembran ideología chovinista sobre el terruño en el que viven,

amor a la madre patria, le llaman algunos,

amor a los orígenes ancestrales, le llaman otros,

y como no, amor a las tradiciones más regresivas y machistas,

y así, recuperan bailes regionales y otros se los van inventado,

el caso es hacer peña y si lo que pisa esa peña lleva el nombre de un país,

pues nada, a bailar con castañuelas

y a cantar en coros populares los Domingos en la Plaza del Pueblo,

y mirar una cosa...,

durante un rato llevo escribiendo todo lo anterior

y ahora lo he vuelto a releer

y de todo lo que hacen éstas hordas patrióticas,

no me quedo con ninguna,

odio los bailes regionales,

no soporto los discursos patrioteros,

y me producen sarpullidos las banderas y sus himnos patrioteros,

por tanto y concluyo:

yo soy apátrida

y mi bandera es blanca porque la lavo a mano con Norit

y en tal caso podía decir que...

que mi patria es el mundo

y visto desde el espacio el mundo no tiene fronteras,

ni yo se las voy a poner

y toda la vida luchando por un mundo sin patrias y sin cortapisas

y la moda de hoy en día, es lo contrario, 

la gente se ama, se quiere, se amamanta de patrias

y además nos dicen,

que hacer patrias forma parte de la revolución pendiente

y ¡hay que joderse, compañeros!

¡la revolución pendiente seguirá pendiente y no sé hable más!

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JULIO CORTÁZAR