APENAS QUEDA NADA DE...

Apenas queda nada de aquél atardecer,
el Sol se ocultó bajo la línea del horizonte,
tu rostro se evaporó entre la densa Bruma
y mi paciencia se rebeló contra viento y marea
y así me gritó:
¡hasta aquí hemos llegado!
y desde ese día soy yo el único testigo
de mis atardeceres dorados.
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