Mi crónica de hoy es contaros lo que os he contado, pero también es contaros lo que no se puede, ni se debe contar. Es decir, os tengo que contar la cara B de la vida o la parte prohibida o como dicen algunos (entre los que yo me incluyo), el mundo de las cloacas y de las alcantarillas. Quiero decir, que todo es muy bonito y muy bucólico, pero si rascas un poco...verás circular multitud de malos rollos...Pero tampoco quiero joder el día a nadie, los malos rollos siempre estuvieron presentes y no por ello nos hemos colgado por el cuello. Digamos, aquí a la derecha están los malos rollos y a la izquierda tenemos al buen rollismo que casi todo lo puede (en teoría) y la pelea será a doce round y veremos quién dará más fuerte y se llevará por fin la victoria.
Aunque también puede hacerse en plan de como se deshoja una margarita, ahora sí... de buen rollo y ahora no (o del mal rollo) y la suerte deparará el resultado final. O como hacen en los partidos de fútbol...a cara o cruz y tú escoges el campo en función de lo que te ha tocado. Hay otros que prefieren sopesarlo todo, y cada cosa que piensan la sopesan y la repiensan y muchas veces, la disfrazan de asunto interesante y en realidad es una puta mierda de pensamiento. Pero ellos se lo creen y punto. Y lo siento y mucho, por todos los que nos consideramos seres humanos, porque mira que hay millones de veces en que nos colaron ideas y pensamientos de paja, que a su vez fueron disfrazados de profundos pensamientos sesudos.
La profundidad de las cosas no las mide la lengua que las narra, pero en gran parte si lo hace. Y porque si la lengua es hábil en contar las cosas y si además, sabe donde hay que incidir para que todo cuele...pues pasa que nos tragamos ese sapo y aún encima lo encumbramos como un gran aportador a la filosofía humana y humanista. Es así y al parecer, así seguirá siendo. Yo en realidad, aporto muy poco...digamos que le pongo más ganas que ciencia, aporto más de encomiable entusiasmo que el darme por vencido a la primera de cambio y saco las ganas de mi bolsillo mágico (como Doraemon). Las ganas se encuentran en las profundidades submarinas de la bilis y de la hiel de los intestinos y cerca del Apéndice y donde se van quedando depositados los mejores recuerdos. Claro, por eso a mi que me extirparon el Apéndice y por una puta Apendicitis de mierda, tengo lapsus y vacíos de mis mejores momentos. Pero gracias a dios o a quién sea, los mejores recuerdos y que fueron grabados a conciencia y hasta sus últimas consecuencias, siempre permanecerán conmigo. Y creo, que me moriré con ellos. Son pocos pero son extraordinarios.
Aunque también puede hacerse en plan de como se deshoja una margarita, ahora sí... de buen rollo y ahora no (o del mal rollo) y la suerte deparará el resultado final. O como hacen en los partidos de fútbol...a cara o cruz y tú escoges el campo en función de lo que te ha tocado. Hay otros que prefieren sopesarlo todo, y cada cosa que piensan la sopesan y la repiensan y muchas veces, la disfrazan de asunto interesante y en realidad es una puta mierda de pensamiento. Pero ellos se lo creen y punto. Y lo siento y mucho, por todos los que nos consideramos seres humanos, porque mira que hay millones de veces en que nos colaron ideas y pensamientos de paja, que a su vez fueron disfrazados de profundos pensamientos sesudos.
La profundidad de las cosas no las mide la lengua que las narra, pero en gran parte si lo hace. Y porque si la lengua es hábil en contar las cosas y si además, sabe donde hay que incidir para que todo cuele...pues pasa que nos tragamos ese sapo y aún encima lo encumbramos como un gran aportador a la filosofía humana y humanista. Es así y al parecer, así seguirá siendo. Yo en realidad, aporto muy poco...digamos que le pongo más ganas que ciencia, aporto más de encomiable entusiasmo que el darme por vencido a la primera de cambio y saco las ganas de mi bolsillo mágico (como Doraemon). Las ganas se encuentran en las profundidades submarinas de la bilis y de la hiel de los intestinos y cerca del Apéndice y donde se van quedando depositados los mejores recuerdos. Claro, por eso a mi que me extirparon el Apéndice y por una puta Apendicitis de mierda, tengo lapsus y vacíos de mis mejores momentos. Pero gracias a dios o a quién sea, los mejores recuerdos y que fueron grabados a conciencia y hasta sus últimas consecuencias, siempre permanecerán conmigo. Y creo, que me moriré con ellos. Son pocos pero son extraordinarios.
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