
La nada me sabe a queso ligth,
a queso sin calorías ni grasa sobrante ni desbordante,
a queso de bajo peso molecular
y de baja autoestima,
a queso natural casi sin sal,
a sin azúcar añadido,
a queso bajo en ozono y en pensamientos obscenos,
a queso doble rasero con dos capas,
la de fuera, la capa externa con cara de queso
y la interna, que no lleva queso
y lleva un sucedáneo de queso partido en porciones,
la sin leche y con toda su mala leche,
la sin beicon y sin tocino grasiento,
la sin dulce de leche ni mermelada de leche,
la sin gases nobles e innobles,
la espontánea sin grasa y sombrero,
la entusiasta de lo estrecho y delgado,
la sin grasa, la sin músculo marcado,
y la sin huesos calcificados...
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