SELLOS Y COSAS

Suaves dedos de araña,

uñas de fina porcelana,

carne enjuta y valiente,

piel de auténtica fiera,

ojos que rasgaban y mataban,

pies de ciempiés en zapatillas deportivas,

chándal estilo nicolás maduro,

sueños que colgaban de un hilo de seda,

noches que perseguían la madrugada,

días en lo más alto de un rascacielos,

mediodías de ángelus y de cruzar los dedos,

aperitivos de cuerpos inertes y muertos,

brindis al sol naciente y al más decadente,

paciencia, decía mi madre,

y mientras lo decía,

volaba una zapatilla,

paciencia me dije muchas veces

y mientras lo decía,

 en medio estaba de una pelea,

en realidad,

 tuve una niñez feliz y dura,

corta, porque lo bueno poco dura,

brillante, por la intensidad de mi luz interior,

amable de sueños locos,

tierna de sentimientos,

alucinada por la belleza que me rodeaba,

y de vez en cuando...

 salpicada de episodios oscuros y negros,

pero mi balance general

es más claro que oscuro

y todo esto intenté decirle a mi psiquiatra,

(al que tenía, ahora no tengo)

pero él no me creyó

y porque previamente ya estaba diagnosticado:

depresivo, compulsivo, algo psicótico,

muy mentiroso, torticero,

encantador de serpientes y culebras,

dependiente de todo lo que respira, 

drogadicto de todo lo que coloca,

torpe de miras y actos,

sonriente por fuera y asesino por dentro,

y sobre todo...

con esa infancia que tuvo el pobre

...yo estaría mucho peor de lo que está él...

(se decía el psiquiatra que me bautizó con estos sellos)

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JULIO CORTÁZAR