
Caminábamos la senda y el bosque,
la tierra árida y seca,
los campos de trigo,
mientras las amapolas eran mecidas por el viento...
caminábamos a favor de la corriente,
los día impares,
las noches cubiertas,
las tardes desiertas,
y hasta en nuestras largas horas muertas...
caminábamos entrelazados,
sin manos ni dedos,
al libre albedrío,
buscando luciérnagas,
durmiendo desnudos,
contando estrellas sin dueño,
soñando despiertos soñando dormidos,
amaneciendo entre caricias y besos...
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