
31 de mayo...
otro mes liquidado,
y no es un mes cualquiera,
es la quinta esencia de la primavera
que no es moco de pavo...
de mayo recuerdo
aquella "virgen de la fuente"
a la que le íbamos a cantar cada curso
y porque así lo imponían los curas...
pero lo recuerdo gratamente
y porque de alguna manera
quedaba decretada la alegría
que siempre era de agradecer después de un duro invierno,
porque los inviernos en aquél colegio
eran duros, ásperos, grises,
oscurantistas y violentos...
y ver que apenas quedaban dos meses,
era toda una alegría para tu supervivencia,
además, se iba acercando el grandioso verano
que tanto amé y quise cuando era pequeño,
veranos al sol y en la playa,
solo horarios para comer y cenar
y el resto hacías lo que querías,
mis padres también se relajaban
y hasta se reían más de la cuenta,
bueno en eso,
también participaba el vino,
que como era "feito na casa"
se bebía como si fuera zumo de pomelo,
hasta yo a mis 12 años
tenía derecho a beber mi ración de vino
y un castigo de aquella época era
castigarme sin beber vino
(como si a mi me preocupara el tema)...
mis veranos al suave sol del verano gallego,
recuerdo aquella hermosa playa
y antes de que la crucificaran con un paseo de cemento,
recuerdo sus hermosas e insinuantes dunas,
su olor a algas y yodo,
sus espléndidas mareas bajas
donde jugábamos partidos de fútbol,
los paseos con mi perro,
las primeros intercambios de miradas,
los primeros besos intrépidos
y las primera caricias bajo la blusa,
veranos de sol, playa
y tardes de mirar como pasaba la vida,
el paso del tiempo de aquellas,
no era importante,
teníamos toda la vida por delante,
pues ahora que ha pasado gran parte de ese tiempo,
tengo que reconocer
que nunca debí dejar pasar la vida,
pero bueno,
eso ya se lo contaré a mis nietos
(cuando los tenga y si los tengo)...
pero mi conclusión de aquellos veranos es...
es que no hubo más veranos así en mi vida,
hubo otros y también muy buenos,
pero claro...ya no fueron en mi tierna infancia.
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