5.000 días de confinamiento,
sabéis... ya soy abuelo...
pero vayamos por partes:
a mi me quieren llevar a uno de esos mataderos de viejos,
que le llaman geriátricos
pero yo me niego,
mientras pueda ir al super
y cagar y mear en el water,
seré un foco de resistencia activa y nunca pasiva...
ayer me cayeron mis últimos dientes
y ahora tengo que comer cosas blanditas,
yogures, papillas y demás...
vamos a ver... como decirlo
de aquí no me saca ni dios bendito,
si he sobrevivido a éste virus
¿como no voy a poder sobrevivir en mi casa?
ahora las escaleras resultan ser montañas,
alguna veces aparecen nevadas
y en otras, sopla un viento de muerte
pero si tardo tres horas
pues tardaré tres horas,
¿qué prisa puedo tener ahora?
la única prisa que tengo,
es la de recordar,
y la de poder hurgar y excavar en el pasado,
siempre hay asuntos pendientes,
algunos se podrán cerrar definitivamente
y otros, serán caso abiertos que ya no resolveré,
ahora bien, cuanto menos equipaje me lleve será mejor,
menos peso en la mochila,
porque no os vayáis a pensar
que en la transición entre la vida y la muerte
no llevamos mochila,
llevamos otra mochila diferente a la hemos llevado en vida,
pero en ella, nos llevaremos montones de recuerdos,
muchos olvidados
pero los recordados serán nuestra energía en esa transición,
nos llevaremos...
en realidad no sé lo que nos llevaremos
porque si todo o casi todo acaba olvidado,
nos llevaremos el espacio vacío de los recuerdos,
y eso yo,
lo veo en blanco y negro,
blanco será el vacío más limpio
y negro será su cara oculta,
yo creo que conforme vamos creciendo
o decreciendo, según se mire
los colores se nos achican
y al final de nuestros días,
todo lo veremos en blanco y negro...
cosa que no me disgusta,
siempre me gustó la visión bipolar de las cosas
y si esa última visión o imagen
sólo lleva trazos blancos y negros,
pues creo
que también me la llevaré conmigo...
y con esto queda demostrado lo que decía antes,
nos llevaremos un montón de cosas
aunque muchas serán del más puro estilo surrealista
y ahora una gran pregunta filosófica
¿hay algo más surrealista que nuestra propia vida?
¡ahí queda dicho!.

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