Con el extremo de mis dedos,
simplemente te rozo,
y siento como tu piel se encoge
y como tus pelos se erizan con mi tacto...
suavemente suave como un susurro,
tranquilo,
pero con miedo a romper el hechizo,
pero debo seguir, me digo...
y sigo y sigo
y seguiré hasta que tú me digas ¡basta!,
pero tú no me dices nada
y entonces, vuelvo a seguir
y hasta que tu piel se haga encaje.

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