Sin embargo, en los recovecos del pensamiento
donde todavía se
me da el traicionarme, la
impermanencia ata sus raíces
a superficies inciertas,
a lo provisional.
El número de los que ya no tienen voz
sigue - inerte -
en la rúbrica de los vivos,
el polvo persigue la ausencia
y en el cajón de la infancia
guardo una última canica.

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