
Conozco una isla,
algo parecida a la que ahora, habito,
pero más pequeña, mucho más pequeña,
tiene más palmeras y menos pinos
tiene menos habitantes
por no decir, que no tiene ninguno
y es tan taciturna y abigarrada como cualquier isla solitaria,
en donde el amor no tiene nombre propio
allí el amor, no es tuyo ni mío ni de nadie.
Conozco una isla
que está llena de sobrevivientes
algunos llegaron a nado y con lo puesto
y otros, después de una larga travesía en barco
pusieron pie en tierra con los restos de su propio naufragio,
buscaban luz después de haberse apagado íntegramente.
Ahora viven todos juntos en la penumbra de su existencia,
unos tienen vistas al norte de la isla
y otros al sur más triste y más profundo
y en el mismo centro de la isla
se instaló una pequeña colonia de iluminados
unos días te dicen,
que todo la luz viene del cielo
y otros días,
que la primera luz surgió de las profundidades del averno
y aún hoy en día siguen instalados en su bipolaridad.
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