CHINA EN EL ZAPATO


No duele la vida,

duelen los amaneceres

y el lento pasar de los atardeceres.


Duele esa luz opaca entre sol y sombra,

duele el prólogo y el epitafio,

duelen los amores prohibidos

y nunca vencidos,

duelen las mentes convexas y complejas,

el gruñido y aliento de una fiera,

el olor a carne quemada,

la putrefacción de los gusanos,

y la muerte riéndose a carcajadas...


Duele el aroma a leña 

las tardes largas y suaves,

el cálido color otoñal,

las risas resonando en una caja de zapatos,

y la vista lejana, de a su vez, 

un recuerdo lejano que con el tiempo

se hace china en el zapato.

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JULIO CORTÁZAR