LAS LÁGRIMAS DE ODISEO.
Recordemos que el informe especial de 2018 del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPPC) encargado por la ONU para orientar sus líneas de actuación establece una reducción del 50% de las emisiones de CO2 para 2030 y de su totalidad para 2050 con objeto de evitar un incremento de la temperatura de 1’5ºC respecto de los niveles preindustriales. Entre los distintos efectos del calentamiento global que ya se dejan sentir entre nosotros destaca el deshielo de las nieves perpetuas, como las del Ártico ─para las que se prevé su desaparición estival a partir de 2022─, pero también las de Groenlandia y la Antártida, así como del gelisuelo de las regiones donde la tundra domina el paisaje natural. Bajo estas vastas extensiones de hielo se encuentran retenidas enormes concentraciones de gases de efecto invernadero, como el metano ─cuyos efectos nocivos son muy superiores a los del CO2─ que, de ser liberadas ─como ya habría comenzado a suceder─, ocasionarían un ‘super eructo’ que aceleraría vertiginosamente el calentamiento global. Con más de 400 partes de CO2 por millón en nuestra atmósfera y con un panorama tan desalentador como el que acabo de esbozar, el margen de tiempo de que disponemos para evitar los peores escenarios del calentamiento global es, como se ve, incompatible con la apuesta por el crecimiento insosteniblemente acelerado del Green New Deal. Ante una situación de emergencia climática como ésta, la humanidad no puede dejarse entretener por el espejismo de un ‘crecimiento verde’ que, lejos de resolver los problemas del Siglo de la Gran Prueba, los agrava, puesto que, cuanto más tiempo transcurre, tanto más se nos hurta la posibilidad de llegar en algún momento a resolverlos. Como Odiseo en la isla de Calipso ─llorando amargamente cada mañana por el ansiado regreso, pero entregándose por las noches al goce de yacer con la misma diosa que se lo impide─, sólo renunciando a nuestro mal enfocado hedonismo llegaremos a tiempo de empuñar el arco que únicamente nosotros podemos tensar. Este regreso a tiempo de Odiseo a Ítaca nos sirve como analogía para ilustrar el menos malo de nuestros futuribles, pero también nos recuerda que la Odisea, frente a la Ilíada, supone el final de la época heroica, esto es, que no existe ya la manera de evitarnos el colapso de la civilización industrial; [Raúl Garrobo Robles].

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