Cuando mi sangre
llene mis dedos de capilares
y forme ríos de sangre bulliciosa y palpitante,
entonces diré
me falta el azul de tus ojos
para así completar el cuadro que tanto tiempo llevo pintando,
manos descarnadas ensangrentadas
sobre un fondo azul cristalino,
que resulta sedante y atrofiante
y al mismo tiempo, estimulante...
Destellos de sangre fresca y reluciente
con rutilantes luces añil turquesa,
azul y rojo,
rojo y azul
y en el medio un gran agujero negro sin fondo,
como aquellos días
en que la alegría se llamaba angustia
y en el horizonte se posaban cuervos negros.

No hay comentarios:
Publicar un comentario