Hay momentos
que son para comérselos con los dedos.
Si apenas los aplazas un segundo,
se van a su libre albedrío
y a ti te queda el vacío que han dejado.
Hay momentos
que son estrellas fugaces,
son rápidos, son ligeros, son alucinantes,
son culebras que brillan a la luz de la luna
y que de vez cuando
se convierten en luciérnagas que centellean.
Después,
todo se va apagando
y el escenario de luces y colores
se vuelve, blanco o gris o negro,
después como mucho
te queda un fondo oscuro
que siempre te sabe a poco.

No hay comentarios:
Publicar un comentario