A éste lado del río
se encuentra la vida
al otro lado y en la otra orilla
dicen que está la muerte con su guadaña.
Desde luego
el que cruza el río ya no vuelve,
nunca vuelve.
Más abajo hay un puente colgante
de un lado tiran los bien pensantes
mientras el otro lado
está controlado por hombres malos,
el puente se estira o se encoge según sea el que tire más fuerte.
A veces, piensas que llegas
y en realidad, estás a un paso
y de repente se produce un tirón espasmódico
que tensiona o afloja las cuerdas del puente
y por eso se hace tan difícil
poder llegar al otro lado.
Y lo peor de todo
y lo voy a decir porque hay que saberlo
(no me gusta ocultar información),
el cauce del tenebroso río
está infestado de pirañas hambrientas de carne humana.
Les encanta el solomillo humano
y el hígado y los riñones
y los ojos y sus cuencas
y los estómagos repletos de comida basura.
Por tanto
más vale quedarse a éste lado del río.
Montas una choza con vistas,
instalas una potente chimenea
te enchufas una buena música
colocas un mejor entre las piernas
y a volar
que es gerundio...

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