Todo pasa,
sólo queda la verdad
que al final y va a ser verdad,
que también se muere en mentira.
Por tanto
nada queda,
nada queda salvo la dicha y la paciencia,
y pasan los años y pasan los días
y mientras tus hijos piensan
lo mismo que tú pensabas (o casi o mejor)
que todo esto no tiene límites,
que la vida tiene alas
y que tú eres el piloto de la nave...
Claro que lo que ellos y yo, no sabíamos,
era que para repostar,
hay que tener dinero y una buena nave
y que las condiciones ambientales
te sean favorables para ese gran aterrizaje.
Pero a veces, uno se pregunta,
¿porqué no navegar con viento de cara
y contra los elementos?.

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