En el bajo vientre de mis entrañas
están mis poemas más viscerales y radicales.
Son los que sangran nada más se toquen.
Son los que duelen con la simplicidad de una mirada.
Son los que se hacen duros y pétreos
cuando los acaricia la suave brisa de la mañana.
Son poemas que gritan a voces y retortijones.
Son los que venden patrias como el que regala caramelos
o intercambia sellos.
Son los que se revolucionan dentro de una lavadora
o dentro de una neurona.
Son los que salen de buena mañana
y se refugian bajo la cúpula de la luna.
Son poemas que pasean por esquinas y rincones más escondidos.
Son los que se desnudan con la marea llena y a plena luz del día.
Son los sacados del fondo del almario
viven entre algas y estrellas fugaces
y duermen bajo la sombra de mis intestinos.

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