Si dudáis de mi,
hacéis bien en dudar.
Yo antes, antiguamente,
era de fiar,
después, me trastorné y me transformé
y entonces,
dejé de ser persona amablemente grata.
Me amargué en mi propio ácido,
y la calidez que yo tenía
se volvió dura y fría
y mi ternura se cubrió de piel dura y encallecida.
Y a partir de ahí
empezó mi calvario,
me sentí como crucificado
en mi propio pozo sin fondo...
Y así fue, hasta que un día
y no preguntéis ni el como, ni el porqué,
me liberé de mis miserias
y entonces, me pude declarar
como hombre libre dentro de mi propia jaula.

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